jueves, 13 de enero de 2011

25. un fantasma en la noche


En este minimundo diseñado para una casta especial de especialistas, donde la luna se encarga de poner principio y fin a la ley que rige el comportamiento de los habitantes del matorral, existe una pequeña criatura invisible a los ojos del sol, un fantasma solitario que vaga silencioso por todos los rincones del matorral. Nada más caer la noche sobre la campiña, despierta un alma oscura que el sol obliga a esconderse en lo más profundo de las sombras, un rastreador noctámbulo, cuyos ojos se abren en la noche para cumplir su contrato con la Naturaleza. No es un gato ni una comadreja, pero todos saben que su filosofía es el silencio. Sus ojos le ofrecen una visión clara de lo oscuro, por eso todos temen al cazador. Es la elegancia asesina, la encargada de que el pánico llegue hasta el último rincón de su territorio.

Cuando la gineta abandona su hogar, sabe que penetra en un universo hostil donde en cualquier momento su papel de carnívoro puede cambiar de guión para convertirse directamente en presa de sus enemigos y competidores. Esta es la ley fuera del reino del asfalto, en un mundo donde la muerte puede estar detrás de cualquier error. Científicos de todo el mundo se han puesto de acuerdo ya en que las ginetas de la Península fueron introducidas accidentalmente por los árabes. Antaño domesticaron a estos duendes y los usaron como plaguicidas naturales en las viviendas para terminar con las plagas de roedores; más tarde, algunos ejemplares emancipados del hombre se fueron estableciendo y poco a poco colonizaron la práctica totalidad de la Península Ibérica. Donde ahora hay gatos, antes había ginetas. Son un regalo traído del sur, un predador extirpado de tierras africanas, que forma parte ya del linaje de los pequeños matadores mediterráneos.

Pero esta noche nuestro pequeño cazador se ha encontrado con una extraña tormenta sin lluvia. El destello de un flash ha interrumpido la casi total oscuridad de su territorio para encerrar en un fotograma 1,2 milésimas de segundo de la vida de esta bella matadora. Pero vale la pena recordar, que aunque relativamente abundante, la gineta sigue estando protegida por la ley. Su especial predilección por una dieta basada en pequeños roedores y micromamíferos hacen de la gineta un amigo indiscutible del agricultor. Si no la protegemos por el imprescindible papel que desempeña en el mantenimiento de una biodiversidad estable, hagámoslo por lo menos por conservar la indiscutible belleza que caracteriza a esta especie.

P.D.: He decidido transformar esta foto en un dibujo para disimular algunos “defectillos” que le he visto, aunque no por eso deja de ser un fondo de pantalla, que es de lo que se trata. Por cierto, podéis usar el espacio libre de la derecha para poner los iconos del escritorio, pero no me tapéis el dibujito, eh?, jejejee. Se la voy a dedicar a Rafa Reyes, ya que cuando le pedí su flash para usarlo de segunda unidad con este bicho no dudó en prestármelo, aunque al final no me sirvió. También va para Paco Casado, que todavía no se cree que haya ginetas en Montilla. La verdad es que pocas veces en mi vida he tenido la oportunidad de ver mi cara reflejada en los ojos de algún animal salvaje de estas características. Seguiremos intentando cositas con esta especie, lo único que necesito es su colaboración, jejeje. Un saludo a tod@s.

• Canon EOS 30D + empuñadura Canon BG-E2
• Canon EF-S 17-85mm f/4-5.6 IS USM
• Flash integrado de la cámara (las prisas son las prisas)
• Sin hide, ella y yo, frente a frente, a tres metros escasos bien medidos (por supuesto con un ejemplar salvaje, en libertad, y en su medio natural, nada de “condiciones controladas”)
• Modo programa, 1/60, f/5.6, ISO 400
• Reencuadrada para adaptar la imagen al formato del fondo de pantalla. El fondo es la pared de un cortijo.

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