domingo, 20 de septiembre de 2015

140. la ley del más fuerte


Los animales salvajes se roban unos a otros todo lo que pueden. Si alguna vez hemos maldecido a nuestra especie comparándola con el resto de animales para intentar poner en alto su valor ético por encima del nuestro, quizá sería bueno que reconsideremos nuestros conocimientos en ese sentido y veamos algún documental especializado, leamos una buena guía de consulta o incluso salgamos alguna vez al campo, para que así podamos ver cómo los zorros roban la comida de las despensas de otros depredadores, cómo los leones se las arreglan para conseguir las gacelas que cazan las hienas a las que tachamos de estrictas carroñeras, o de qué manera las gaviotas se atracan entre sí o incluso se atreven a incordiar a las grandes rapaces como los pigargos, que bien podrían ser sus predadoras, para obligarlas a soltar su presa recién capturada. El mundo animal, como vemos, está lleno de curiosidades, y sobre todo de oportunistas. Tanto es así, que hay especies, o incluso individuos aislados dentro de una misma especie, que se especializan en quitarle la comida a otros animales, en vez de gastar su tiempo y su energía en cazarlos ellos mismos. Estas curiosidades a veces las podemos contemplar sin esfuerzo alguno no en documentales, ni en un libro, ni siquiera en el campo. A veces el centro de una gran ciudad puede convertirse en el escenario del más imponente de los documentales de naturaleza. El río Guadalquivir a su paso por la capital cordobesa es uno de estos ejemplos, No es la ley del más fuerte; yo creo que es, más bien, la ley del más hambriento.