22. bolita de colores

Hola a todas y a todos:

Al ver una imagen como esta se nos pueden venir muchas cosas a la mente. Algunas personas experimentarán un tipo de sensaciones cuando ven esta foto, sin embargo, para otras, quizá no signifique nada. Unos verán una imagen bien encuadrada, nítida, y que cumple con todas las reglas básicas de composición, otros sólo un pájaro volando. Pero pocas personas se imaginarán o intentarán hacerse una idea de lo que quizá haya hecho falta para conseguir una imagen de este tipo, pongamos esta como ejemplo. Al formularnos esta pregunta, habrá quien solo repare en el equipo fotográfico utilizado. Pero si nos paramos a pensar, ¿cuantas horas, días, meses o años han hecho falta para conseguir esta imagen? ¿En qué condiciones se ha hecho esta foto? ¿A qué temperatura estaba el interior del hide (escondite) en el momento en que se apretó el disparador? Quizás haya sido más fácil de lo que parece… pues no, no lo ha sido tanto. Aunque cierta y paradójicamente no es necesaria tanta parafernalia de mandos a distancia, barreras infrarrojas o motores que disparan a 8 fotogramas por segundo, ni tan siquiera es necesario contar con un equipo de los llamados erróneamente “profesionales”. A veces pienso que los fotógrafos, aficionados o profesionales, deberíamos aprender a usar bien nuestros equipos, a leernos los manuales de las cámaras, a “jugar” un poco con las máquinas que tenemos, e incluso a preguntar a los que saben menos que nosotros. Creo que nos llevaríamos muchas sorpresas si hiciéramos todo esto. Cuando gasto un poquito más de 465 disparos de mi cámara para quedarme con una decena de fotos de las que yo llamo “decentes”, de esas que son difíciles de conseguir a la primera, el profano en estos temas normalmente se pondrá a pensar en el dinero que me está costando hacer esas fotos, yo simplemente pienso en que no he parado hasta conseguir la foto que quería… y la he conseguido. Puede ser una foto fea, no digo que no, pero es la mismísima imagen que tenía en la cabeza antes de hacerla. Con eso y con que la foto le guste a los demás, por mí ya la tengo pagada. Una cámara, en la “puerta” del nido (los nidos de abejaruco son túneles cavados en taludes de tierra), que es la que registra la imagen; un objetivo, que es el que se encarga de formar esa imagen dentro de la cámara; un trípode, para sujetar el conjunto cámara-objetivo; un hide, porque sin él no puedo ocultar mi presencia a la vista de las aves; y un cable disparador largo, para accionar la cámara desde el hide. Ya está, no hacen falta más cachivaches, todo lo que echemos de más ya está sobrando. Quiero señalar que para la fotografía de aves en sus nidos es necesario tener claro desde el principio como tenemos que trabajar. Poner una cámara delante de un nido puede tener consecuencias desastrosas si no hacemos las cosas correctamente. Si cometemos un error podemos hacer que los padres retrasen las cebas o incluso abandonen a los pollos, con las consecuencias que eso conlleva, por tanto el protocolo a seguir debe ser estudiado concienzudamente, personalizado en cada nido. Como se suele decir en estos casos: si un paso nos sale mal, una retirada a tiempo siempre es una victoria. Además, es necesario contar con la autorización correspondiente por parte de la Consejería de Medio Ambiente. Esta foto se la voy a dedicar a mi prima Teresa, que ayer fue su cumpleaños. No importa la cantidad de fotos que tengamos que “gastar” para conseguir la imagen que queremos. Los kilómetros recorridos con el coche y con la moto, y los momentos vividos que calen en nuestro corazón, serán los encargados de que la base de nuestros sueños nunca muera. Un saludo.

Manolín.

• Canon EOS 300D + empuñadura Canon BG-E1
• Canon EF-S 18-55mm f/3.5-5.6
• Trípode Manfrotto 190DB con rótula Manfrotto 484 RC2
• Hide y redes de camuflaje
• Prioridad a la velocidad de obturación, 1/2000, f/7.1, ISO 400
• Cámara accionada a distancia desde el hide mediante un cable disparador de 20 metros
• Encuadre original